- Ideas Contagiosas
- Posts
- Cariño en tinta
Cariño en tinta
Viejas costumbres
A mis fieles lectores:
He aquí una conversación que tuve recientemente y me gustaría compartir (obviamente los protagonistas están disfrazados). Hay diálogos que vale la pena recordar y guardar. Atesorar. Puede que esta semana sea algo más ligero de lo que suele ser pero estamos cocinando una idea interesante para la siguiente semana…
Edmundo: Hemos perdido el valor de la tinta, ¿no crees?
Mercedes: ¿A qué te refieres? Siempre hablas muy raro.
Edmundo: Yo sé que puedo parecer enigmático, pero tiene una razón. He estado pensando en las novelas inglesas, Orgullo y Prejuicio, Emma, Jane Austen en general. Antes, cuando no había tanta tecnología, existían ciertos valores que hoy desaparecieron. Los códigos de conducta, de vestimenta, los modales y formas con las que se regulaba la convivencia eran mucho más delicadas, hasta podría afirmar que tienden a la belleza, una belleza que hoy es difícil de encontrar…
En ese momento fue interrumpido abruptamente por Mercedes:
- ¡Alto! ¿no crees que es suficiente con las clases de filosofía que tenemos en la escuela para que tú también vengas a hablar de eso? No, me veas así. Te conozco, sé que todos tus discursos acaban con una reflexión aburrida. Hoy estoy decidida a no pensar en nada, sólo quiero disfrutar del sol y el viento. ¿No sabes tú cómo sólamente estar? prácticamente existir y ya, ahora mismo no necesitamos esas reflexiones.
Edmundo rompió a reír, sin hacer mucho escándalo pero claramente sabiendo que Mercedes lo conocía bien. En esta ocasión él no tenía ninguna intención de comenzar a debrayar sobre cualquier cosa. Realmente estaba interesado por un tema en particular entre esas viejas costumbres antes de la era digital. Sin perder la calma, buscando contener su intriga y emoción, aunque no lo haya logrado, comentó:
- No hay de qué preocuparse, hoy no será así. Me interesan en particular las cartas. Antes las personas se tomaban un tiempo para escribir y leer correspondencia de sus seres queridos; pero cuando digo que se toman un tiempo, me refiero a que era parte de su rutina semanal. Tenían un espacio dedicado a leer todo lo que otra persona quería transmitir y para responder con el mismo cariño. Claro que antes no había otra forma de comunicarse y el intervalo de tiempo entre cada visita que tenían con esa otra persona solía ser algo más largo. Las cartas eran largas, el valor del contenido era precioso. No se creían que podría o no ser de interés para el otro, sino que, sólo por ser la carta de alguien querido se leían con igual valor por el amor que se tenían. Era un tiempo de total atención para aquella persona que no podías ver presencialmente pero que te importaba.
A pesar del entusiasmo que contagiaba, Mercedes se sentó y observaba pasivamente. Edmundo notó su actitud por lo que comenzó a hablar más efusivamente.
- ¡No puedo creer que se haya perdido! ¿Por qué no hemos valorado las costumbres que valen la pena? ¿Por qué no las recuperamos? Yo a partir de hoy comenzaré a escribir a mis amigos. Pero no a todos, sino sólo a los que considero más cercanos. A aquellos que sabrán apreciar la costumbre y llenar de cariño las páginas, impregnar en la tinta lo que no se puede ver en un simple mensaje de texto. Será una lista pequeña. Remitentes que aprecio. Entre ellos estarás tú, y Emilio; seremos como esos viejos profesores que son amigos y comparten más que sólo el gusto por una novela. Como Lewis y Tolkien; como Huidobro y Ruíz. El valor de agregar belleza en la transmisión de mensajes debe recuperarse. Debemos esforzarnos por los demás, para que cada carta sea ocasión de encuentro.
La conversación acabó ahí. Mercedes quedó taciturna, intrigada por ese nuevo horizonte. Comenzó a reflexionar lo que podía contener un papel. Hasta entonces sólo había podido imaginar el papel como algo viejo e incluso incómodo, pero ahora se abría una nueva puerta. Podía guardar lo más profundo de su conciencia en un cuaderno, podía hablar consigo misma y también con quién fue en el pasado. Se percataba que por medio de la escritura uno se imprimía a sí mismo, uno se entregaba a los demás de forma especial. Las cartas son eso -se decía- una parte de mí que entrego a alguien más; una parte de alguien más que ahpra forma parte de mí. Como cualquier amistad: una íntimidad que se comparte y crece con aquel con quién carteas…
Si te gustó comparte y nos vemos el siguiente domingo 7pm con nuevas cosillas.