Como un lego

A mis fieles lectores:                                                             

¿Has caído en la cuenta de qué puedes construir tu realidad?

Hay varias formas de ser un arquitecto. El niño es arquitecto cuando juega con Lego o pasa un rato con amigos en Minecraft. Un arquitecto propiamente diseña y dibuja mucho, lleva a la realidad lo que tiene en la cabeza. Ahora tu y yo que no tenemos talento para dibujar, por lo menos estoy seguro de que yo no tengo esa habilidad, podemos ser arquitectos igual que aquellos dos, pero diseñamos y construimos cosas distintas. Ser protagonista significa ser arquitecto. 

Es curioso cómo soñamos y sólo algunas veces llevamos a la realidad nuestras ilusiones. Para diseñar como un arquitecto hay que pensar. Pensar en serio y un poco más seguido de lo que ya lo hacemos. No se trata únicamente de repasar lo que hemos vivido últimamente, sino de rumiar algunas ideas que nos pueden ayudar a mejorar la forma que percibimos el mundo y nuestra manera de afrontarlo. Ser arquitecto es ser consciente de nuestra responsabilidad para con los demás y para con nosotros mismos de cambiar el mundo, de construir nuestra realidad. Claro que hay que matizar; hay muchas cosas que no se pueden cambiar en la realidad de una persona, empezando por los rasgos físicos (en general), el lugar de nacimiento, la clase social, nuestros papás, etc. De cualquier manera hay un mundo fuera de lo que no se puede alterar que sí puede ser construido empezando por: nuestra actitud, nuestro círculo social, nuestros hábitos, nuestras ideas, y así podemos seguir toda la noche…

Sin querer entrar en el gran tema filosófico que es la libertad, por lo menos en su forma metafísica, sirve mucho entender esta facultad como la habilidad del arquitecto. Cuando uno comprende la propia capacidad de armar el mundo, tanto interior como exterior, de uno mismo entonces puede hacer muchas cosas. Uno se sabe capaz de influir en los demás y aprovechar lo que está a su alcance para, en el mejor de los sentidos, hacer lo que quiera. No de una manera de libertinaje sino de libertad. Pero para construir bien hay que diseñar y para diseñar hay que pensar. 

Si uno no sabe qué es lo que quiere construir probablemente sólo tendrá un par de calles y un pequeño parque; si uno tiene un plan, un deseo, puede construir el rascacielos más grande del mundo. De igual forma, si no sabes qué es lo que quieres en la vida, probablemente no hagas nada con ella. Es dramático pero cierto. Cuando alguien vaga por las calles sin un rumbo determinado, puede encontrar alguna joya escondida que disfrutara por algún tiempo, pero la mayoría de personas termina perdiéndose en la ciudad. La cuestión ahora es ¿qué quieres construir? 

Al tener en mente qué es lo que se quiere, se puede comenzar el proyecto. Cada persona tiene esa capacidad de moldear su vida desde sus decisiones. Si alguien quiere emprender no suele ser tan raro que tomen las medidas necesarias para sacar a flote su nueva Start-up. Si una persona quiere genuinamente ayudar a la gente, muchas veces busca opciones para ayudar en sus alrededores o trabajar en un lugar con incidencia social. De igual manera, en un sentido negativo, si alguien se decide a robar puede construir toda su realidad alrededor de esa idea. Asimismo, aterrizando la idea a proyectos más chicos, nosotros decidimos qué es lo que hacemos a diario por nuestros sueños, por nuestras ideas. 

Luego, también somos responsables de qué ambiente respiramos, con qué personas nos juntamos y cómo enfocamos y dirigimos nuestro caminar. Hay que ser arquitectos, hay que ser libres, hay que tomar las decisiones que nos acerquen a lo que queremos haciéndonos entonces más libres. Si hoy decido abrir un club de lectura, y creo en la idea, saldrá a flote porque con el impulso necesario, iré construyendo el proyecto que tengo en mente. Entonces no tengas miedo de pensar para diseñar, de anhelar, para después construir, emprender nuestros ideales y construir nuestros alrededores para ser mejores.

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Nos vemos el siguiente domingo a las 7pm…