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El brillo en los ojos
Los sueños
A mis fieles lectores:
(Se recomienda leer en computadora)
Abre los ojos y mira hacia arriba. Es de noche, te envuelve el silencio y la negrura. Estás en medio del bosque y hace algo de frío pero, por suerte, estás bien abrigado y tienes tu bufanda favorita del Pumas sobre el cuello. El calor con el que el fuego nos abrazaba empieza a desaparecer, queda poco de lo que alguna vez fue llama ardiente. Gracias a esa oscuridad puedes ver bien el cielo. Un domo estrellado que sólo puedes apreciar fuera de la ciudad. Ante esa gran belleza, pierdes un poco el aliento; y entonces, en un fragmento de segundo, distingues la luz de una estrella fugaz. Efímera, breve, pasajera. Dentro de su mismo nombre la entiendes. Existen maneras de mantenerla viva: en la memoria o en el anhelo de volver a verla.
Seguramente por lo menos una vez en tu vida, a mi me ha pasado bastante, pierdes conexión con la realidad al estar imaginando. También muy probablemente alguna de esas veces ha sido por soñar despierto. Son instantes que pueden convertirse en muchos minutos o incluso en una nueva realidad que queremos vivir. Todo parece fantástico. Es una nueva novela rosa que estamos más que dispuestos a vivir pero, todo eso puede morir ahí, en otro fragmento de segundo. Los sueños entonces se parecen a una estrella fugaz, preciosos y, sin embargo, en muchas ocasiones breves.
Si quieres construir un barco no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo; Primero has de evocar en los hombres el anhelo del mar libre y ancho.
De nuevo mi amigo tiene razón. Antes de emprender cualquier acción o tomar una decisión debemos tener claro qué es lo que queremos hacer. Nuestra vida debe tener algún sentido, una dirección. Antes de comenzar un viaje hay que saber a dónde queremos ir; de la misma forma todo tiene un destino. De qué sirve una tripulación desganada; cuál es el punto de construir un galeón que no sale de la bahía. Ese es el primer paso, evocar el sentimiento que provoca un sueño y que palpita junto al corazón. Es fuego que mantiene vivo el espíritu. Que impulsa a tomar acción para conseguirlos. El brillo en los ojos de alguien que sueña en grande es inconfundible, deslumbra y deja entrever su interior marcado profundamente
Alguna vez a más de una persona le he preguntado qué es lo que quieren hacer en su vida, hay veces que la respuesta es decepcionante. Nuestros sueños tienen que ser grandes. Enormes, que no te quepan en la cabeza. Sea cual sea. Es una fuerza tan grande que en el caso de que fuera banal no valdría la pena soñar. En su lugar tiene que hacer temblar a la persona que tienes enfrente, tienen que llamarte loco, tienen que tirarte de esquizofrénico, tienen que mirarte raro; e incluso, tienen que contagiarse del sueño, emocionarse contigo por el entusiasmo que produce el valor que llevas dentro.
Alguien alguna vez dijo: somos nuestros sueños. Y que si no soñamos, estamos muertos.
¡Que si no soñamos estamos muertos! La vida se vuelve un caminar sin sentido. Flotas y a pesar de tener abiertos los ojos eres incapaz de ver. Por eso no puedes dejar pasar un sueño que muchas veces nace de un noble deseo por hacer algo o ser alguien que cambie la realidad. No puede ser como una estrella fugaz, no puede ser algo de un instante. Cuando encuentres ese sueño que es realmente bueno, grande y que vale la pena, no lo sueltes. Aprieta con todas tus fuerzas porque puede ser más fácil de lo que piensas perderlo para siempre. Muchas veces se pierde la ilusión pero la fidelidad al sueño normalmente aviva lo que parecía apagado. Nace de los rescoldos una nueva chispa del mismo fuego que calienta el interior.
Ese sueño muchas veces se alinea con una misión, con tu vocación. Si es imposible que coexistan habrá que tomar una difícil decisión en la que el resultado de la elección predispone tu futuro. Después de todo, volvemos a la misma pregunta ¿A dónde va nuestra vida? Los sueños ayudan a orientarse, la misión marca un destino. Sin duda puede ser complicado dar una respuesta, en especial si la pregunta viene de botepronto. Por eso es valioso preguntarse la finalidad de nuestra vida en su totalidad. El sueño es como un amanecer que quieres ver cada mañana, que persigues y no te cansas de ver; la misión es el fin, nuestro porqué. El sueño entonces se vuelve en un camino para encontrar la vocación y viseversa. Por eso vale la pena soñar, para encontrar el tesoro de la misión. Así vivir el sueño sacrificando la piel sabiendo el porqué cobra sentido. Vivir con el corazón. A corazón expuesto defender lo que somos y lo que queremos cambiando con cada acción la realidad que nos rodea, las personas que nos rodean.
A víspera de esta fiesta tan especial: quiero expresar mi más sincesro agradecimiento a todos los fieles lectores de este capricho. Aún que sea un proyecto recién nacido tiene un gran lugar en mi corazón y ustedes también. Si pudiera llevar calor de un abrazo por una computadora lo haría, por lo que, les deseo una muy feliz navidad con un abrazo psicológico gigantesco. ¡Si te gustó compártelo a alguien que crees que le pueda interesar!
Nos vemos el siguiente domingo a las 7pm…
No me puedo ir sin un gif…