Palabras preciosas

El valor de hablar bien

A mis fieles lectores:                                                             

Imagina un mundo que sólo sea blanco y negro, como si fuera un programa viejo de televisión. Despertar y sólo poder ver una gran escala de grises, sombras y luces diferentes pero al mismo tiempo siendo lo mismo. Da igual que sea gris, si tuviéramos una escala de otro color sería una vida igual pero de alguna forma “Monótona”. ¿Podríamos seguir viviendo igual? Sí, realmente no es como que cambie todo por cambiar los colores ¿Sería lo mismo? No, faltaría sabor de realidad. Los colores no son “útiles” solo están ahí, enriquecen la vista, la endulzan. 

De una forma parecida funcionan las palabras, a diferencia de los colores ellas tienen una utilidad evidente: la comunicación. Desde su invención, hemos dado razón a la realidad, es la herramienta que nos ayuda a aprender y aprehender lo que nos rodea. Determinan nuestra forma de pensar, cambian nuestra percepción, alteran lo que somos. Igual que los colores, ampliar el menú de palabras que tenemos enriquece nuestra realidad; no quiero comenzar a mandar correos de “la palabra del día” pero teniendo más palabras uno puede pensar y expresarse mejor, más precisamente porque esas palabras se acercan en mayor medida a lo que pensamos. En 1984 de George Orwell nos encontramos un mundo distópico donde el estado es totalitario e invade la totalidad de la vida de las personas; menciono el libro porque para poder mantener a las personas en ese sistema quieren evitar que piensen y su método es limitando su lenguaje. Cambian palabras por tonterías sencillas e incluso una palabra puede tener varios significados, esto limita la expresión de las personas y su pensamiento, literalmente son incapaces de formular nuevas ideas porque son incapaces de materializarlas.

¿Qué tiene que ver? A lo que quiero llegar es a nuestra situación actual: la desvirtud del lenguaje. La mezcla de culturas que hoy sucede gracias a la globalización es inevitable, podemos expresar una idea en cualquier otro idioma y eso está bien. Muchas personas a mi alrededor utilizan muchas palabras en inglés porque expresan mejor lo que quieren decir que las palabras que tienen en español. Muchas veces es por facilidad, otras es por moda y otras sólo porque se pegan. No está mal, sin embargo en de manera inversamente proporcional se nota como dejamos a un lado nuestro español nativo. Esto realmente no es que sea malo o catastrófico, es algo que pasa y ya; sin embargo, junto con esta tendencia va de la mano la desvirtud de la importancia de las palabras. Me refiero a utilizar las palabras correctas para el momento correcto. Hoy se malgastan, se usan palabras en vano, se tiran sin importancia a lo que podrías llegar a decir.

El ejemplo más claro es el verbo amar. Todos los días escucho más de una vez este verbo para lo que sea: “Amo las galletas”, “Amo a mi amiga” (Que acabo de conocer), “Amo este lápiz”. Se dice por todo y para todo, perdió su valor totalmente, no es que quiera redactar un artículo sobre el amor (que lo habrá), pero para esta palabra concreta pienso que no debería usarse tan a la ligera, todo lo que significa es mucho más grande e importante que debería ser reservado. ¿Qué tanto desperdicias palabras? Más allá de los beneficios antes mencionados el objetivo es que veas a las palabras como un tesoro, no sólo hay que cuidarlas sino que hay que resguardarlas para el momento oportuno; así uno puede dotar lo que piensa y lo que dice de significado, puede otorgar un valor a su realidad. Claramente no es lo mismo un me gusta, que un lo deseo, o un lo quiero,ni con un lo aprecio y mucho menos con un lo amo.

Por lo menos a mí me gusta mucho leer y escribir, al hacerlo me doy cuenta del peso de determinadas palabras. Vale la pena pensar qué tanto desperdicias palabras y por otro lado que tanto valor tienen para ti. No sólo te ayuda a pensar mejor sino a sentir más. Es diferente decir “me quedé con ganas de hablarte” a “Te vi sin que me vieras, te hablé sin que me oyeras, y toda mi amargura, se ahogó dentro de mí.” Es diferente decir me “Rata de dos patas” a “Recuerda que tú rechazaste ser la flor para mi vida, por ser solo un pétalo en la de ese tipo

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